“UN NUEVO MUNDO, AHORA”
Eckhart Tolle, Ed. Grijalbo.
Cuando mires, escuches, toques o ayudes a tu hijo en esto o aquello, debes estar alerta, inmóvil, completamente presente, sin desear nada más que ese momento, tal como es. De esa manera, dejas sitio al Ser…
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SUFRIMIENTO CONSCIENTE
Si tienes hijos pequeños, ayúdalos, oriéntalos y protégelos todo lo que puedas, pero aún más importante es que les dejes espacio, espacio para ser. Vienen a este mundo a través de ti, pero no son “tuyos”. La creencia “Yo sé lo que más te conviene” puede ser cierta cuando son muy pequeños, pero cuanto más crecen, menos cierta es. Cuantas más expectativas tengas sobre cómo debe desarrollarse su vida, más estarás en tu mente en lugar de estar presente para ellos. Con el tiempo, cometerán errores y experimentarán alguna forma de sufrimiento, como todos los humanos. De hecho, quizás solo sean errores desde tu punto de vista. Lo que para ti es un error puede ser exactamente lo que necesitan hacer o experimentar tus hijos. Dales toda la ayuda y orientación posibles, pero date cuenta de que a veces también debes dejar que cometan errores, sobre todo cuando empiezan a acercarse a la edad adulta. En ocasiones, también tendrás que dejar que sufran. El sufrimiento puede llegarles inesperadamente o como consecuencia de sus propios errores.
¿No sería maravilloso poder evitarles todo sufrimiento? Pues no, no lo sería. No evolucionarían como seres humanos y seguirían siendo superficiales, identificados con la forma externa de las cosas.
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PATERNIDAD CONSCIENTE
Muchos hijos ocultan rencores y resentimientos para con sus padres, y muchas veces la causa es la no autenticidad de la relación. El hijo tiene un profundo deseo de que los padres estén ahí como seres humanos, no como un papel, por muy concienzudamente que se represente el papel. Puedes estar haciendo todo lo correcto, todo lo mejor que puedes hacer por tu hijo, pero hacer lo mejor que puedas no es suficiente. De hecho, hacer nunca es suficiente si descuidas el Ser. El ego no sabe nada del Ser, pero cree que podrás salvarte a base de hacer. Si estás en las garras del ego, crees que haciendo más y más acabarás acumulando suficientes “actos” para sentirte completo en algún tiempo futuro. Pues no es así. Sólo te perderás haciendo cosas. La civilización entera se está perdiendo a base de hacer cosas que no tienen sus raíces en el Ser y que, por tanto, se vuelven fútiles.
¿Cómo introduces el Ser en la vida de una familia atareada, en relación a su hijo? La clave esté en darle atención al hijo. Hay dos clases de atención. A la primera podríamos llamarla atención basada en la forma. La otra es la atención sin forma. La atención basad en la forma está siempre relacionada de algún modo en hacer o evaluar. “¿Has hecho tus deberes? Cómete la cena. Ordena tu habitación. Cepíllate los dientes. Haz esto. Deja de hacer eso. Date prisa, prepárate.”
¿Qué es lo siguiente que tenemos que hacer? Esta pregunta viene a resumir la vida familiar en muchos hogares. Por supuesto, la atención basada en la forma es necesaria y tiene su importancia, pero si eso es todo lo que hay en tu relación con tu hijo, faltará la dimensión más importante y el Ser quedará completamente eclipsado por el hacer, por “las preocupaciones mundanas”, como decía Jesús. La atención sin forma es inseparable de la dimensión del Ser. ¿Cómo funciona?
Cuando mires, escuches, toques o ayudes a tu hijo en esto o aquello, debes estar alerta, inmóvil, completamente presente, sin desear nada más que ese momento, tal como es. De esa manera, dejas sitio al Ser. En ese momento, si tú estás presente, no eres un padre o una madre. Eres vigilancia, la quietud, la Presencia que está escuchando, mirando, tocando, incluso hablando. Eres el Ser que hay detrás del hacer.
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RECONOCER A TU HIJO
…En la dimensión humana, eres incuestionablemente superior a tu hijo. Eres más grande, más fuerte, sabes más, puedes hacer más. Si esa dimensión es la única que conoces, te sentirás superior a tu hijo, aunque solo sea inconscientemente. Y harás que tu hijo se sienta inferior, aunque solo sea inconscientemente. No hay igualdad entre tu hijo y tú porque solo hay forma en vuestra relación, y en la forma, por supuesto, no sois iguales. Puede que ames a tu hijo, pero tu amor solo será humano, es decir, condicional, posesivo, intermitente. Solo somos iguales en el Ser, más allá de la forma, y solo cuando encontramos en nosotros mismos la dimensión sin forma podrá haber verdadero amor en esa relación. La Presencia que somos, el Yo Soy temporal, se reconoce en otro, y el otro –el hijo en este caso- se siente amado, es decir, reconocido.
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Su web: http://www.eckharttolle.com