La crianza empieza en el vientre materno.
Viene el nacimiento y las horas inmediatas después del parto son muy importantes para el cerebro del bebé y el vínculo mama-bebé (ver video Nils Bergman), y luego una continuación del vínculo, del diálogo, del crecimiento y del amor que nos une.
La propiocepción del bebé ya existe desde la semana 11 de gestación, así que toda palabra y movimiento le llega, y se queda en él.
El cuerpo nos guía, y con los cambios evidentes en el embrazo nos expresa expansión y apertura, pero no es así todo el tiempo que dura una gestación humana.
La psique de la mujer vive diferentes etapas a lo largo del embarazo, vemos ,por ejemplo, el miedo del primer trimestre o esa sensación rara de adaptación. También la ambivalencia “que alegría estoy embarazada, pero ui!…”, una parte se alegra la otra duda, tiene miedo…; en esta etapa el cuerpo nos expresa introspección, y no podría ser menos cuando la semilla se enraíza, poco a poco, de lo oscuro de la tierra crece hacia afuera en busca del sol; y es normal entonces que no sepamos si dar o no la noticia de nuestro embarazo a los demás; la mejor apuesta, siempre, es abrazar la vida, aceptar que el bebé ya está aquí y que pase lo que pase ya eres la mamá de ese bebé, y que este bebé se merece un cálido abrazo.
Otro cambio visible es cuando la mamá nota que el bebé ya se mueve, ahí los rostros de las mujeres (sobretodo las que han vivido un aborto, que no son pocas) se relajan. Y es cuando se reconoce que tiene una vida propia. La psique se coloca en la certeza de que ahí dentro hay vida, y una se expande en la creatividad y vitalidad del segundo trimestre. Con los movimientos la mamá a empieza a imaginar al bebé y a proyectar como será, este proceso hoy día está acelerado por las ecografías.
La mujer conecta “con la necesidad de reconciliarse con la madre”, tal y como constata la psiquiatra infantil y perinatal , Dra. Ibone Olza: “ las embarazadas necesitan una relación maternal que en muchos casos no tienen y van a buscar en un terapeuta, una doula o en muchos casos en el ginecólogo”.
Hacia la semana 30 o 34 el nacimiento ya se acerca y la mirada se dirige hacia el camino del parto, y también esta muy marcado por lo corporal. Es cuando puede aparecer el NIDO, la necesidad de limpiar, cuidar y ordenar el hogar, que simboliza acercarse a la conquista de lo deseado, la mujer encuentra el placer en el coraje, la fuerza la apertura y la aceptación.
La mujer también puede contactar con la necesidad de sentirse sostenida -y no hace falta que se convierta en un acto heroico y dejarla sin resolver- a veces, con un simple gesto como la relajación en el suelo, sobre la tierra, cuando te dejas ir, contactas con el placer de permitirte ser sostenida por la madre tierra, igual que el bebé permite ser sostenido por la pelvis de su madre, esto hace que tu cuerpo descanse y tu también.
Es bueno, muy bueno, contactar con estas emociones! si a lo largo de tu vida no has podido empaparte de la maternidad, o lo has hecho solo de una manera muy mental, en algún momento esa energía tan fuerte tiene que explotar y ser colocada en su lugar.. que no estemos acostumbrados socialmente a esta apertura, no quiere decir que no sea nutritiva.
Creo profundamente que las mujeres podemos vivir la maternidad como mejor nos apetezca, que todas y cada una de las mujeres que existen en este mundo llevan la semilla en sus entrañas de lo que es la maternidad, y esta semilla tiene un lugar, un espacio lleno de creatividad, nuestra matriz en nuestra pelvis! Y por esta razón/y por este principio todas las mujeres “sanas” podemos vivir estas emociones, cambios… gestar, parir y alimentar a nuestras crías, y que no te hagan creer lo contrario! si hay razones por las que esto no puede suceder, recuerda que está igualmente en ti, solo que desde hace muchos años nos han alejado de nuestra verdad y de nuestra matriz.
Así que la sensibilidad extraordinaria del cuerpo de la mujer durante el embarazo, nos acerca y nos invita a explorar la maternidad y los sentimientos relacionados con los cambios que conlleva… un acompañamiento terapéutico puede ser un buen apoyo en este camino sino estás acostumbrada, si te abruma o desorienta esta apertura emocional, o simplemente para vivir la experiencia de una manera más consciente. Esta gran sensibilidad la veo como una oportunidad más que nos regala la vida a las mujeres de vivir, estar vivas, sentirnos vivas! es una oportunidad de crecer y convertirnos en madres.
Cada mujer es distinta, cada embarazo es distinto… de ese no hay duda. Por mi experiencia como mujer, madre, doula y apasionada de las etapas de la mujer, veo que estamos abriendo puertas a una manera de vivir que nos resuena más, cerrando puertas a una vida de etiquetas que el bebé al llegar a este mundo no entiende y la mamá tampoco. Las mujeres nos estamos permitiendo volver a reconectar con quien verdaderamente somos y con lo que realmente somos capaces de ser, aún siendo grandes profesionales.
El nido, preparando para el post parto.
Anna Santos,
Nueva revisión, Abril 2016
Publicado en la revista Edúkame Noviembre del 2014